Por varias razones México se ha convertido en el socio comercial más importante de Estados Unidos este año.

En primer lugar está la “guerra comercial” de Estados Unidos y China, que se desarrolla por motivaciones políticas con base en sus relaciones geoestratégicas, la desconfianza generada por la guerra de Ucrania y el apoyo de Estados Unidos a Taiwán.

Esa situación ha generado que Estados Unidos busque alternativas de proveeduría, en las que México se ha convertido en su aliado más cercano y conveniente por los acuerdos del NAFTA. En el fondo de esta coyuntura está la estrategia estadounidense de reducir la dependencia de importaciones de sus rivales geopolíticos.

Esa es la razón principal por la que México ya superó a China como el mayor socio comercial de Estados Unidos.

Las cifras del Banco de México demuestran cómo la inversión extranjera directa ya ha aumentado más del 40 % en 2023, además de que el peso mexicano, para sorpresa de muchos, se ha convertido en la moneda más fuerte del mundo durante este año.

Estos tres factores han hecho de México uno de los países más atractivos para invertir, especialmente en el desarrollo de nuevos proyectos industriales.

Sin embargo, algunas situaciones podrían no ser el mejor escenario para que México se consolide como el aliado comercial más grande de Estados Unidos. Debido al espacio que China ha dejado en Asia para la exportación a Estados Unidos, países del sudeste asiático, como Vietnam, han aprovechado la situación para suplir los bienes que China ha dejado de llevar a Estados Unidos.

Fuera de eso, el gobierno mexicano actual ha tomado decisiones “para fortalecer la función del Estado en la economía”, lo que ha generado una desaceleración en las inversiones de industriales locales y una desconfianza a lo que esa política pueda generar en el futuro.

A todo este contexto se le acaba de agregar otro ingrediente: las huelgas sindicales de algunos fabricantes de vehículos en Estados Unidos. ¿Favorece esa situación a la industria automotriz mexicana? Es algo que aún está por verse.

A raíz de esa circunstancia, la Industria Nacional de Autopartes de México, INA, hizo pública su preocupación el 15 de septiembre: “El sindicato de la UAW en Estados Unidos anunció el inicio de la huelga a través del paro de distintas actividades en tres plantas de manufactura: Planta de Ensamble de Ford (línea final de ensamble y línea de pintura) en Wayne, Michigan; Planta de Ensamble de Stellantis en Toledo, Ohio, y Planta de Ensamble de General Motors en Wentzville, Missouri…”.

La INA afirma que es difícil determinar el efecto preciso que genere esa coyuntura en la industria de autopartes en México, debido a que dependerá de varios factores. “

La INA estima que durante los próximos siete días, de mantenerse el escenario actual, el nivel de producción de autopartes nacional podría presentar una disminución de aproximadamente 76 millones de dólares.

“Para contextualizar la cifra, es importante mencionar que esta disminución representaría hasta el momento el 0.1 % de las exportaciones mexicanas de autopartes realizadas a Estados Unidos durante 2022.”

La INA estima que el nivel de ocupación en la industria de autopartes de México superará los 900 mil empleos al cierre de 2023, por lo que buscará apoyar a sus asociados para que, en caso de que exista una reducción en jornadas laborales, estos espacios puedan ser destinados al entrenamiento y capacitación en nuevas tecnologías como la electromovilidad, o bien ser dedicados al mantenimiento correctivo y preventivo de las líneas de producción.

A México se le ha presentado una oportunidad única este año por todos estos factores externos. Si los industriales lo saben manejar y entender cómo sacar provecho de cada una de estas eventualidades, se tiene la posibilidad invaluable de consolidarse como el socio principal de Estados Unidos, el hub industrial de América Latina, además de ser el polo de atracción de nuevas inversiones europeas y asiáticas.